domingo, 7 de febrero de 2010

Jazz continúa: Jazz arrumba su imaginación

Este martes hemos continuado lo que escribimos la semana pasada. Teníamos que meter a alguien leyendo el periódico o que alguien se cambiara de casa. He metido el periódico, a ver qué les parece:

Jazz volvió a casa por la tarde, después de la escuela. Vivía en un condominio de esos que las casas son todas iguales y pequeñas. Al entrar vio a alguien leyendo el periódico en la casa de enfrente. Era raro. La casa estaba deshabitada, además nadie sale a leer el periódico al garage.
Decidió no darle importancia. Jazz empezó a hacer la tarea, luego vio la tele y después se puso a leer. Esa era la razón de su desbordante, explosiva e hiperactiva imaginación: los libros.
Al anochecer se durmió. Soñó cosas loquísimas. Soñó que podía convertirse en el zapato de las personas que le caían mal, para morderles los pies. Cuando salía para la escuela, notó algo más: la persona del periódico seguía ahí. Jazz supuso que sería un maniquí o alguna rareza. Incluso podría ser una estúpida broma de sus vecinos, conscientes de que tenía una gran imaginación y podía asustarse ella sola.
En la escuela, su maestra de matemáticas la vigilaba. Jazz pensaba que ella se había dado cuenta que la había ridiculizado en su mente y ahora tenía acceso a ella. Una idea absurda por completo.
Tiempo después, Jazz pensó que tenía delirio de persecución. Se dice que eso te da cuando vas a China. La maestra y lo de la persona del periódico no podían perseguirla. La maestra deba clases en su propia escuela, ¿cómo iba a seguirla? También Jazz se convenció de que la persona del periódico era un maniquí de sus vecinos. Y es que la persona estaba diario ahí, leyendo el mismo periódico de hacía meses y sin cambios de postura.
Jazz le echó la culpa a su imaginación. La maldijo, pateó, pisoteó, golpeó y juró no volver a usarla. Y no la usó en mucho tiempo.
Pero un día la extrañó y decidió ir a comprar libros para revivirla. Fue a la librería más grande de la ciudad. Pensó en comprar una novela famosa, pero al final se decidió por un libro infantil. “El tenis muerdepatas”, se llamaba. Jazz pensaba que debía revivir su imaginación como si fuera la de un niño: con libros infantiles.
Al leerlo, pensó que era el remake de una película. Sabía la historia, conocía a los personajes y hasta sabía como iba a terminar. Algo escalofriante y espeluznante, ya que no veía películas ni leía libros desde hacía años. Además, era un libro famoso y con muchos premios. Su autora, decía el libro, había ganado mucho dinero con él.
Hasta que lo recordó. Jazz había soñado eso el mismo día que vio a la persona del periódico frente a su casa. El mismo día que imaginó un show de yoyo chino y una clase de imaginación a su maestra de Matemáticas.
Entonces Jazz se fijó en el nombre de la autora: Petronilda González. Jazz la reconoció. Petronilda González era su antigua maestra de Mate. Y ahora su sombra. Ese día desapareció la persona el periódico de la casa de enfrente.


Muajajaja. Esperemos que los lectores de MPA no se metan en mi mente para robarme las ideas.

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