viernes, 26 de junio de 2009

Un cuento más

Estoy escribiendo otro cuento. Trata sobre un niño que tiene un blog secreto. Aquí está el primer capítulo, a ver que les parece. Subiré el segundo en otra entrada, porque ahora me da flojera estar capturando tanto.

El blog de Diego
Entrada del 7 de enero.
La clase de Historia del Colegio Roble era aburridísima. La impartía una maestra cuarentona, chaparrita y algo bigotuda. La clase consistía en que la maestra hablaba por cuarenta minutos de las guerras y las clases sociales, los veinte minutos restantes eran para escribir un resumen. La tarea era hacer un cuestionario. Era una clase tediosa y nunca salía de la rutina. La maestra exponía el tema de forma monótona y sin interrupciones. Nunca organizaba una actividad en el patio, una feria y ya no digamos una película. Normalmente, las clases son aburridas, pero ésta era la clase de historia; sumado a la maestra, la clase era una pesadilla para todos.
Pero no era una pesadilla para Diego. Era su clase favorita. Se debía principalmente a la maestra. Diego adoraba la rutina de la clase. Nunca lo comentaba. Hubiera resultado sospechoso, ya que a nadie le gustaba la clase.
Para él, la Historia era una materia de relleno. En realidad no le ponía atención a la maestra. Le gustaba la clase porque la maestra no le ponía la mínima atención a sus alumnos. Diego usaba esa hora para hacer lo que más le gustaba. Se sentaba en una esquina y se parapetaba detrás del libro de Historia. Dibujaba. A lápiz. Dibujaba paisajes tropicales, caballeros y dragones, viajes y aventuras y situaciones hipotéticas, ridículas y apocalípticas de su ciudad. Durante cuarenta deliciosos minutos se dedicaba a divertirse. Aunque no ponía atención, entregaba buenos resúmenes. En el libro, al final de cada capítulo venían las ideas principales. Las copiaba tal cual y la maestra nunca se daba cuenta. Entregaba el resumen en una hoja suelta, guardaba sus cosas y se iba a la siguiente clase.
Dibujar era un secreto. Nadie lo sabía. Por eso usaba carpetas en vez de cuadernos. Así no tenía que entregarles el cuaderno entero –con dibujos y resúmenes- a sus maestros. Sólo lo sabía Diego y los seguidores de su blog.
Porque Diego tenía un blog, y en un blog, si se tiene cuidado, nadie sabe realmente quién eres. Así que los seguidores veían un blog con dibujos hechos por el Lápiz, el alias de Diego en la red. Pero sólo Diego sabía quién era el Lápiz.
Llegaba a casa a las tres de la tarde. Comía con su mamá y su hermana Pam. Luego, su mamá llevaba a Pam a sus clases de piano avanzado. Se ausentaban dos horas. Durante esas dos horas, Diego reinaba la casa. Ponía música alta y se quitaba los zapatos. Revisaba los comentarios del blog y a veces los contestaba. Escaneaba los dibujos del día y los ponía en una entrada nueva. Escribía “Les he preparado éste. Una doncella tratando de vencer con magia a su némesis, la bruja del monte”. Luego cerraba sesión en el blog y subía las imágenes a su cuenta de correo. Borraba el historial, las cookies y toda huella que quedara de su blog de dibujo. Colocaba cuidadosamente los dibujos originales en un atlas y lo escondía detrás del librero. Luego se relajaba en el sillón oyendo el radio. Cuando oía el motor del coche estacionándose en el garaje, desmontaba la fiesta. Se ponía los zapatos y cambiaba el programa de chistes y bromas pesadas por el de música pop estadounidense. Sacaba los libros y empezaba a hacer la tarea, justo cuando su mamá abría la puerta de la calle. Terminaba la tarea a las nueve, se bañaba y merendaba. No dormía tan temprano como creían sus papás. Daba muchas vueltas en la cama, buscando un tema para la próxima clase de Historia.
Esto era cada lunes y miércoles, cada semana, durante siete meses. Sin interrupción ni variables. Nadie conocía el secreto, y el blog tenía mucho éxito.






¿Qué tal? ¿Un tema desgastado? ¿De flojera? ¿Creen que soy como Diego? Esta última pregunta yo se la respuesta. Este blog no es un secreto. Es secreto en la escuela, pero no en la red, ni en mi casa.


Pero en parte sí quiero ser como Diego. También les dejo un dibujo.



Mi autorretrarto. Jajaja. ;)

3 comentarios:

  1. Muy bien Diego! digo, Mariana!!! je je je
    Se te van caer las orejas por andar escuchando música pop estadounidense ;-)
    Tino

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  2. Grax, y todavia no se ma han caído las orejas, por suerte

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  3. wow, me encantó tu blog, llevo un ratote leyendo las entradas, felicidades!

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