viernes, 21 de agosto de 2009

El blog de Diego. Noveno capítulo

Jojojo. Más capitulos. Bueno, sólo es uno. Originalmente es más cortito, pero al capturar en la mañana le agregué mas cosas. Diego hace, bueno, si lo cuento lo arruino. Enjoy!


El Blog de Diego
Entrada del 29 de Abril
Diego había dejado de guardar el secreto del blog en su casa. Pero no en la escuela, en la que seguía teniendo problemas. Si él creía que un reporte, fama de malhumorado y desobediente era mucho, sus problemas apenas empezaban.
En la única materia en la que le iba mal era en Arte. A Diego le podría ir de pelos en Arte, pero él no quería. No hacía las cosas como normalmente las hacía a propósito. Si la maestra se daba cuenta de que dibujaba bien, se emocionaría mucho y no dejaría de hablar de lo bien que hacía las cosas. Por eso, Diego se esmeraba en dibujar mal. Aunque su familia y Frida ya sabían que él dibujaba y no le daba tanta pena hablar de ello, no había considerado dibujar bien en la clase de Arte. No era porque no quisiera dejar de fingir y dibujar bien y a gusto, sino que hacer todo mal en la clase era tan rutinario que no se le habían ocurrido.
La siguiente semana era el festival del día de las madres. Diego tenía que pintar una figurilla de yeso. Como no la terminó en clase y era para ese día, se quedó en el salón de Arte en recreo. Sólo la maestra estaba allí, buscando y calificando trabajos en su escritorio. Diego estaba sentado en una silla de plástico roja, patrocinada por la Coca-Cola, y llena de machas de pintura. Él seguramente se había sentado en yeso o pintura fresca, pero estaba tan concentrado pintando, que no se habría dado cuenta. Ponía las piernas sobre el brazo de la silla, para estar más a gusto, pintando la figurilla. Se escuchaba la cascarita del recreo.
-¿Cómo te va, Diego? –preguntó la maestra.
-Pues, lo de siempre –contestó Diego, presintiendo que la maestra quería hablar (regañarlo).
-La gente siempre da esa clase de respuestas –dijo con astucia. Tenía razón. Diego sabía que nadie iba a contestar algo diferente a alguien que le ve diario, y convive con personas que sólo están buscando una oportunidad para regañarlo, y por lo tanto, le vigilan.
-Es cierto –admitió Diego, preguntándose a dónde conduciría todo aquello-. Aunque le preguntes a alguien que acaba de pasarle algo malo que cómo está, siempre te va a decir que está bien, aunque se encuentre fatal. Y aunque sabes que se encuentra mal, de todas maneras le preguntas que qué tal –razonó Diego-. Todo esto es muy confuso, está sobre piedra algo que no debería estar así. Digamos que es una mala costumbre de la humanidad.
-Ajá –dijo la maestra, se notaba que con lo que había dicho había querido dar una frase interesante, y lo era, pero Diego se había ido por las ramas. Era un tema interesante, pero tardarían horas en acabarlo de debatir y por eso, ella nunca llegaría al grano de lo que quería hablar con Diego. Le acababa de dar el avión y él se había dado cuenta -. El prefecto me ha mostrado un dibujo que le regalaste. Es excelente. Pero no dibujas así en mi clase.
Diego guardó silencio. Al fin había salido el tema. Él se lo sospechaba, pero se aferraba a la idea de que fuera a regañarlo por cualquier otra cosa. Pero, ¿por qué lo regañaría? El tema lo tomó por sorpresa y sólo atinó a que su mal humor aflorara.
-¿Y qué?
-Entiendo que pueda darte pena –continuó la maestra-, pero anímate. No lo haces nada mal, y yo he dado clases de Arte por muchos años. No es motivo de vergüenza.
-Vaya –dijo Diego, como si eso se lo dijeran a diario y no le importara. Lo cierto es que su humor había cambiado radicalmente en los últimos diez segundos. Se sentía como cada vez que dibujaba algo gordo y difícil, o trabajaba en el blog, escaneando y leyendo comentarios; pero sin esa presión que sentía cuando su blog era muy muy secreto. Le llegaba la inspiración como un diluvio. La maestra de Arte decía que sus dibujos eran excelentes, que no lo hacía nada mal. Ahora Diego estaba decidido a no volver a dibujar mal en clase, a demostrarle que podía ser aún mejor de lo que ella creía. Además, ella no era como cualquiera que le dijese que sus dibujos eran chévere. Daba clases de Arte y había visto el mundo. No le decía que dibujaba bien sólo porque sí.
-¿Podrías mostrarme algunos? –le preguntó la maestra, interrumpiendo un poco la ensoñación de Diego. Digo un poco porque era una sensación muy poderosa y Diego era muy terco como para que la perdiera en un santiamén- ¿Podrías traerlos la semana que entra?
-¿Los originales? –se espantó un poco Diego.
-¿O tienes copias? Si tienes copias no traigas lo originales, pueden dañarse.
-Puede verlos en internet –se le salió a Diego, a causa de su buen humor-, en mi blog.
-Pásame la URL, por favor –le pidió la maestra.
Diego escribió la URL del blog en el reverso de un cupón de pizzas al 2X1 (que ya había terminado con su promoción, claro) que traía en el bolsillo.
-Gracias, lo veré el fin de semana –dijo ella-. No le daré la dirección a nadie.


Qué tal, eh? Diego es de esas personas que se dejan llevar por las emociones. cuando se le pase su buen humor va a estar re-paranoico.


Más dibujos de los tazos de los simpson. Krusty, con sus ojos raros.

1 comentario:

  1. Aquí, agradecimientos a un compa que me comenta que me he saltado un capítulo. No se han perdido de ningún capítulo, queridos lectores, sino que yo los he numerado mal. Sorry. :$

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