sábado, 18 de julio de 2009

El blog de Diego. Cuarto capítulo

Éste es el capítulo larguísimo del que hablé en la entrada anterior. Frida y Diego se vuelven súper cavernícolas, pero ya verán todo lo que hacen.


Entrada del 14 de febrero
Al día siguiente, Diego despertó apático. No se podía mover ¿Qué iba a pasar en la escuela? Además de humillarlo en público, ¿qué bravuconadas le iban a hacer? ¿Aventarían sus cosas a la azotea? ¿Le quitarían la ropa y la dejarían a la mitad de la carretera? ¿Lo encerrarían en un armario? ¿Lo tirarían de cabeza al fango? ¿le pondrían un horrible y despectivo apodo? O lo peor, ¿aguantaría la vergüenza de admitir que tenía un blog de dibujos fantásticos?
No se levantó hasta que su mamá le gritó tres veces. Se vistió apesumbrado. Desayunó en silencio. Mientras su mamá lo iba a dejar a la secundaria, se sentía camino al patíbulo.
Entró en las instalaciones con los pasos más seguros que podía dar. Trataba de mirar al frente y tener la cabeza levantada. Quería llegar rápido a su salón, a encerrarse, pero si corría lo perseguirían sus torturadores de inmediato. El camino al salón se le hizo eterno. Llegó, cerró la puerta y apagó la luz, a pesar de que todavía faltaban quince minutos para que empezara la clase.
Después de lo que le pareció una eternidad, un haz de luz brilló en el suelo, saliendo de la puerta. Luego la silueta de una persona se dibujó en el haz de luz. Sus compañeros de clase entraron en el salón, y miraron a Diego con curiosidad. Prendieron la luz y se sentaron. Llegó el maestro de Química y la clase empezó.
Diego estuvo distraído durante el día. Hasta iba de manera innecesaria al baño ¿porqué nadie se había burlado de él? ¿Por qué no parecían haberse enterado de su oscuro secreto? Tal vez nadie le había hecho algo aún, para que creyese que vivía en una sociedad civilizada que acepta a todos como son; pero luego empezaría la tortura, para hacerla más dramática.
De camino a los salones se fijó que al pasar la gente cuchicheaba con sus amigos. A lo mejor estaban poniéndose de acuerdo para la tortura. O tal vez estaban decidiendo cómo sería su humillación. Pero entonces se acordó que cada vez que él llegaba la gente se deshacía en murmullos. Él prefería no saber qué era lo que decían. Ellos se preguntaban quién era aquel extraño ente que no hablaba con nadie ni tenía amigos. Se preguntaban cómo era su vida. También discutían el porqué sacaba tana buenas calificaciones y era extraordinariamente guapo. Esto se lo preguntaban las niñas. No entendían como es que un niño tan guapo e inteligente, fuera tan poco sociable ni tuviese una novia. Ninguna estaba enamorada de él, pues aunque fuera guapo e inteligente, no era sociable y tenía mal carácter.
Pero Diego no sabía que lo encontraban guapo. Él sólo sabía que siempre que él pasaba dejaba una estela de murmullos. Entonces cayó en cuenta que como siempre hablaban de él, no podía saber si estaban enterados de que se dedicaba a escribir un blog.
En un ataque de voluntad y estupidez decidió el mismo torturar a Frida para que le explicase qué sucedía. No lo haría en público. Tampoco de manera privada. La torturaría frente a otros freaks como él. Los freaks se juntaba a lado de los baños a jugar con cartas Yu-Gi-Oh! Frida pasaba cada recreo al baño para verse en el espejo- tal vez la jalaría del hombro y la empujaría contra la pared para que se asustara y cantara como un pajarito.
Al siguiente recreo se apresuró a dejar las cosas en el salón en que iba a tener clase después, mientras vigilaba a Frida. Luego la siguió a una distancia prudente, para que ella no se diera cuenta. Al fin vio que doblaba la esquina en el pasillo del baño. Corrió al pasillo. Para humillarla más sería mejor que no la dejara arreglarse. Estaba ya detrás de ella cuando se le ocurrió que tal vez estaría viéndolo en el espejo. Pero Frida no se inmutó. Entonces Diego la jaló por el hombro, puso a Frida de frente a ella y la empujó hasta la pared. Frida había estado tropezando con sus pies y éstos ya no la sostenían. Sus piernas estaban estiradas y se mantenía a la misma altura de Diego porque él la sostenía contra la pared.
- ¿Qué estás haciendo, imbécil? –dijo Frida con la voz un poco lastimada, pero tratando de manera poco exitosa seguir pareciendo ruda.
- Lo que yo hago a ti no te incumbe –dijo Diego, amenazador. Los freaks habían interrumpido la partida de Yu-Gi-Oh! Para ver la escena, con pinta de tontos-. La pregunta es para ti ¿Qué estas tramando? ¿Publicaste en internet todo sobre mí, eh? ¿Te parece gracioso? Yo también puedo hacer cosas que me parecen graciosas. A ver, ¡contéstame! –le ordenó.
- Sí, te voy a contestar –dijo Frida con una voz increíblemente tranquila, a pesar de que Diego le apretaba un poco la garganta-. Te debo una explicación, pero no te la voy a dar hasta que me sueltes.
Diego la soltó.
- Gracias. Ahora vamos al salón de Química. No quiero que nos oigan –añadió Frida haciéndole entender a Diego que se refería a los freaks. Ellos también lo entendieron y volvieron al juego de cartas.
Frida y Diego volvieron al salón. Ella abrió la puerta y empujó a Diego adentro. Él le dirigió una mirada furibunda. Luego ella entró y dio un portazo tras de sí.
- Explícate –ordenó Diego.
- En primera, no acepto órdenes de ti –aclaró Frida-. Te lo voy a explicar porque debo hacerlo, aunque no tengo muchas ganas. En segunda, yo no te he hecho nada para que me trates así, ¿ok?
- Te robaste mi carpeta y estás tramando algo con la información de mi blog –le reprochó Diego.
- Te robé, sí; tramar algo, no. Admito que sí te robé, pero déjame decirte qué pasó.
- Continúa.
- Pues bien. Quiero que sepas que yo no soy la Frida que tú conoces. Mi faceta de niña malcriada es sólo para la escuela, por la misma razón que tú eres tan reservado. En realidad soy mangaka_princess…
- ¿Eres mangaka_princess? –exclamó Diego- ¿Porqué nunca…
- ¿¡Quieres callarte!? –le gritó Frida- como si no fuera lo suficientemente complicado explicarte mis alias, te pones a interrumpirme. Además no te mereces que te lo explique, eres muy egoísta y desagradecido.
Frida hizo una pausa para respirar. Estaba despeinada y sudorosa. Diego le pidió disculpas.
- Sigamos –continuó ella-. Como muy bien sabes, en internet he seguido con mucho gusto tu blog. Al ser tus doncellas tan parecidas a mí, supuse que el Lápiz era una persona que yo conocía. En enero tuve una pista de quién era yo musa. Te castigaron en Historia por dibujar. Quería echarle un ojito a tu dibujo pero no me dejaste. Te veías muy secretivo y cuidabas mucho tu carpeta de dibujos para que nadie la viera. Te vigilaba de cerca y a pasar de que me daba cuenta que tú sabías que lo hacía, continué. De verdad quería mirar tus dibujos, para saber si realmente eras el Lápiz. Dejaste sola tu mochila. Gran error. La revolví en busca de los dibujos y me llevé la carpeta. Supe que eras el Lápiz, pero nunca tuve intención de ponerte en ridículo. Yo no soy así. Tú me conoces como mangaka_princess y soy mangaka_princess, no Frida hija de papi.
- Vaya. Jamás hubiera imaginado que eras mangaka­_princess. Eres más lista de lo que pareces. Perdóname por haberme portado mal contigo.
Y tú eres más tonto de lo que pareces, pensó Frida con humor.
- ¿Nunca te imaginaste que yo era mangaka_princess?
- Nunca. Son personas muy diferentes Frida y mangaka_princess.
- Bueno, ahora que ya sabemos quién es quién, podemos llevarnos bien –dijo Frida-. Ya te lo había dicho en tu blog, pero como Frida yo… yo te… yo te ofrezco mi amistad.
Se abrazaron como viejos amigos (y es que en verdad lo eran). En ese momento vieron que alguien había observado esto último. Era día de San Valentín. Se soltaron enseguida y miraron con carita de perro atropellado al chismoso que acababa de salir corriendo.
- ¡Frida y Diego son novios! ¡Frida y Diego sentados en un árbol! ¡Frida y Diego son novios! –se alejó el chismoso gritando.



¿Qué tal? De verdad que se vieron bien mala onda los dos. En fin, dado mi retraso en subir el capítulo, como cada viernes, les dejo un dibujo más de lo normal. ¿Qué creen, que soy como Diego? No, estuve ocupada.
Aquí ponemos una niña gruñona, asi como medio karateca o qué se yo.


Un nolosé comiendo un ratón.

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